martes, 9 de marzo de 2010

VALOR FIGURADO DE CIERTOS TÉRMINOS EN LA TRADICIÓN TEOLÓGICA ANTERIOR.

El valor figurado de ciertos términos en la tradición anterior se ha estudiado anteriormente.

Se ha visto allí el sentido de la ceguera y la sordera, figuras de la obcecación de la mente o de la resistencia al mensaje. También se han puesto de manifiesto los valores que puede asumir "el manto" en ciertos contextos, como figura del reinado o reino, del espíritu de la persona y de la persona misma. Lo mismo puede decirse de término "desierto", que se usa con diferentes connotaciones, en relación con diversos aspectos de la historia de Israel. Otro tanto ocurre con los términos "ojo, mano y pie", que, como en nuestra lengua, toman sentidos figurados.

Pongamos un nuevo ejemplo. Una frase de sentido aparentemente tan obvio como "conocer a Dios" tiene, sin embargo, un trasfondo por el que su significado rebasa lo intelectual para situarse en el terreno de la praxis. No se trata de una alusión a un pasaje determinado del AT, sino del valor que "conocer a Dios" ha tomado en la cultura bíblica, al menos a partir de los profetas.

Así, en Jr 22,15b-17 (LXX): "Sería mejor para ti practicar la justicia y el derecho. No han llegado a conocer, no han hecho justicia al pobre ni al indigente. ¿No significa eso que tú no me conoces? -dice el Señor-." De modo parecido, en Os 4,1-2: "El Señor pone pleito a los habitantes del país, pues no hay verdad ni lealtad ni conocimiento de Dios en el país, sino juramento y mentira, asesinato y robo."

Por eso, cuando en el Evangelio de Juan dice Jesús a los dirigentes judíos que no conocen a Dios (Jn 8,54b-55a: "El que vosotros decís que es vuestro Dios, aunque nunca lo habéis conocido"), los está acusando de una conducta criminal. Se deduce de esto que el conocimiento de Dios no es un asunto meramente intelectual, sino que necesariamente se refleja en la práctica.

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