martes, 16 de marzo de 2010

RELACIÓN CON EL CONTEXTO REMOTO O GLOBAL DEL EVANGELIO.

No sólo hay que tener en cuenta el contexto próximo, sino también el remoto que, al límite, es el evangelio entero. De este modo se puede constatar que pasajes situados a buena distancia en el texto se iluminan uno a otro.

A) FRASES O SITUACIONES.

Esto se aplica, por ejemplo, cuando el evangelista repite en varios pasajes a lo largo del relato una misma frase o expresión. Así sucede con la expresión "como prueba contra ellos", que se encuentra en el episodio del leproso (Mc 1,44), es el envío de los Doce a la misión (Mc 6,11) y en el discurso sobre la ruina de Jerusalén (Mc 13,9). La identidad de la fórmula en los tres pasajes es indicio de una identidad de sentido, aunque matizado según los diferentes contextos.

En el caso del leproso, "lo que prescribió MOisés" (Mc 1,44), es decir, los sacrificios en el templo impuestos por la Ley para salir de la marginación, con el gasto consiguiente, son una prueba de la falta de compasión de ese pueblo. En la misión, el sacudirse el polvo de las sandalias (Mc 6,11) es la prueba del rechazo al mensaje de Jesús. En el discurso sobre la ruina de Jerusalén, la persecución contra los discípulos que proclaman el mensaje se convierte en prueba contra los perseguidores mismos (Mc 13,9), que demuestran así ser enemigos de lo que da vida al hombre.

Una expresión que se repite siete veces en el Evangelio de Marcos es la que traducimos por "aparte" (kat'idían). La primera vez se encuentra en Mc 4,34: "a sus propios discípulos se lo explicaba todo aparte". Jesús ha dicho a sus seguidores que ya se les había manifestado el secreto del reino de Dios (su universalidad) y que por eso las parábolas estaban destinadas sólo a"los de fuera", que no entendían (4,11); el hecho de que Jesús tenga que explicárselas a los discípulos significa que éstos no han comprendido el secreto; el término "aparte" implica además la existencia de otro grupo de seguidores (4,10: "los que estaban en torno a él"), que no necesitaban explicación.

Con el mismo significado se encuentra dos veces "aparte" en Mc 6,31-32, después de la misión que los Doce habían enfocado mal; en Mc 7,33, en conexión con el sordo-tartamudo, figura de la incomprensión de los discípulos; en Mc 9,2, refiriéndose a Pedro, Santiago y Juan, que son los discípulos que más se resisten a aceptar el verdadero mesianismo de Jesús; en 9,28, cuando los discípulos, por ser refractarios a ese mesianismo, no han podido liberar al niño epiléptico; finalmente, en Mc 13,3, cuando Pedro, Santigo, Juan y Andrés muestran su esperanza de un reino mesiánico que restauraría la gloria de Israel, opuesto al universalismo de Jesús.

Tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, aparecen a solas con Jesús en tres ocasiones diferentes: en la casa de Jairo (Mc 5,37), en el monte de la transfiguración (Mc 9,2) y en la oración en Getsemaní (Mc 14,33). Hay que buscar una razón de esto, es decir, una conexión entre las tres situaciones. Además, habrá que tener en cuenta que es precisamente a estos tres hombres discípulos a los que Jesús pone un sobrenombre cuando constituye el grupo de los Doce (Mc 3,16s).

Los sobrenombres indicaban la particular resistencia de esos discípulos al mensaje de Jesús: Simón Piedra/Pedro, el obstinado; Santiago y Juan, "Los Truenos", los autoritarios (Mc 3,16s). Para vencer su resistencia, Jesús los toma consigo en estas ocasiones. En la primera (Mc 5,37: hija de Jairo) les hace ver que él es dador de vida; en la segunda (Mc 9,2: transfiguración) les muestra la victoria sobre la muerte del Hombre que ha dado su vida por el bien de los hombres (aspecto glorioso); en la tercera (Mc 14,33: Getsemaní) los invita a sobreponerse a la tentación del triunfo, para estar dispuestos, como él, a dar la vida (aspecto doloroso), sabiendo la condición gloriosa que han de alcanzar.

La primera vez que Marcos describe la ceguera, en 4,12, tiene sentido figurado: "por más que vean, no perciban", pues se refiere a la incomprensión popular del mensaje que Jesús propone en parábolas. Ahora bien: en la enigmática frase del ciego: "Veo a los hombres, porque percibo como árboles que andan" (Mc 8,24); se utilizan los verbos "ver" y "percibir", como en la frase metafórica de 4,12 que acabamos de citar. El ciego/los discípulos no sólo "ven" a "los hombres" (= los habitantes de la aldea", los que profesan la ideología nacionalista), sino que finalmente "perciben" su realidad: aunque están activos ("andan"), son insensibles, sordos y ciegos ("árboles").

B) PARALELOS.

Es notable que en el episodio de la sirofenicia (Mc 7,24-31) se encuentren denominaciones paralelas a las que se usan para la hija de Jairo: "hijita" (Mc 7,25; cf. 5,23), "hija" (2,26.29; cf. 5,35), "chiquilla" (7,30; cf. 5,39.40.41). Con esta referencia insinúa Marcos que se trata de dos situaciones paralelas de opresión del pueblo por una clase dirigente/dominante, la primera vez en ambiente judío, la segunda en ambiente pagano.

No parecen accidentales las frases paralelas que se encuentran en perícopas más o menos distantes. El hecho de que Simón de Cirene se vea obligado a "cargar con su cruz" (Mc 15,21) no puede separarse de la condición para el seguimiento expresada en Mc 8,34: "Si uno quiere venirse conmigo, reniegue de sí mismo, cargue con su cruz y entonces me siga." El cireneo, un extranjero, se convierte en prototipo del seguidor de Jesús.

Más cercano es el paralelo establecido por la frase "no se lo impidáis" entre la perícopa del exorcista anónimo (Mc 9,39) y la de los "chiquillos" que son llevados a Jesús (Mc 10,14). De algún modo aproxima Marcos la figura del primero a la de los segundos, invitando a encontrar un sentido que conecte ambos personajes.

C) LA FIGURA DEL JOVEN (Mc 14,51s)

Hemos hablado de la enigmática figura del "joven envuelto en una sábana", que aparece en el colofón de la escena del prendimento de Jesús en Getsemaní (Mc 14,51: "Lo acompañaba un joven que iba desnudo, envuelto en una sábana, y lo prendieron"). Pero el significado de esta figura se aclara al ver que en el sepulcro (Mc 16,5) aparece de nuevo "un joven" también "envuelto", pero ahora "en una vestidura blanca". El empleo de las mismas palabras: "joven" y "envuelto", pone en relación las dos figuras.

El verbo "lo prendieron" es el mismo que acaba de decirse de Jesús (Mc 14,46: "le echaron mano y lo prendieron").

La palabra "sábana", por otra parte, se encuentra en la escena de la sepultura de Jesús, al que José de Arimatea baja de la cruz y envuelve en una sábana (Mc 15,46); la sábana, por tanto, se asocia con la muerte: el "soltar la sábana" del joven de Getsemaní puede significar figuradamente "desprenderse de la vida".

El color "blanco" ha aparecido en la transfiguración, donde precisamente "los vestidos" de Jesús aparecen de "un blanco resplandeciente" (Mc 9,3), símbolo de la condición divina de Jesús, manifestada después de la muerte.

Uniendo los tres rasgos, "prenderlo", "desprenderse de la vida" y "estar en la condición divina" después de la muerte (sepulcro), se concluye que "el joven" es una figura de Jesús, que "dando la vida" a manos de sus adversarios, huye libre a través de la muerte (Mc 14,52: "pero él, soltando la sábana, huyo desnudo") para seguir viviendo en la condición divina ("vestidura blanca").

Es decir, como en otras ocasiones, Marcos, al señalar la entrega de Jesús, indica en seguida que la muerte no es el final, sino que a través de ella Jesús alcanza su estado definitivo.

Esta interpretación se ve confirmada por otra alusión: el joven del sepulcro está "sentado a la derecha", como Dios dice al Mesías en Sal 110,1 (Mc 12,36: "Siéntate a mi derecha"). El joven de la vestidura blanca representa, por tanto, a Jesús exaltado a la derecha de Dios, es decir, compartiendo con él la condición divina (cf. Mc 14,62: "Veréis al Hombre sentado a la derecha de la Potencia").

Puede apreciarse que, si se tiene en cuenta el contexto del evangelio, se relacionan datos suficientes, colocados en su momento por el evangelista, que permiten encontrar el significado de pasajes a primera vista difíciles.

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