sábado, 24 de julio de 2010

ALEGRÍA.

Característica de los tiempos mesiánicos (Is 51,3; 65,18s; Lc 1,14.28; 2,10; Mt 2,10; Jn 3,29), fruto del Espíritu Santo (Lc 10,21; Hch 13,52; Gál 5,22) y, como tal, rasgo de la vida cristiana (Flp 3,1; 4,4; 1 Tes 5,16); incluso la persecución es motivo de alegría (Mt 5,12; Lc 6,23; Hch 5,41; 2 Cor 7,4; Col 1,11.24; 1 Tes 1,6; Hch 10,34; 1 Pe 1,8; 4,13), por ser prueba de fidelidad a Jesús (Jn 15,18-20).

Señal de que Dios reina en el hombre (Rom 14,17) y don de Dios (Rom 15,13). Clima de la comunidad cristiana (Hch 11,23; Rom 15,32; 2 Cor 2,3; Flp 1,4.25; 2,17.18.29; 4,1; 1 Jn 1,4); es la alegría misma de Jesús (Jn 15,11; 17,13), diferente de la del mundo (Jn 16,20.22) y tiene por motivo la presencia de Jesús entre los suyos (Jn 16.22.24; 20,20; cf. Mt 28,9; Lc 24,41.52; Flp 3,1; 4,4).

La conversión de un pecador causa alegría en el cielo (Lc 15,7.19.32; cf. Mt 18,13). El encuentro con el reino de Dios produce alegría desbordante (Mt 13,44) y el Reino de DIos produce alegría desbordante (Mt 13,44) y el Reino futuro se compara a una fiesta (Mt 25, 21-23). A la alegría que proporciona el éxito ha de preferirse la de pertenecer al Reino (Lc 10,17.20). El apóstol coopera a la alegría de todos (2 Cor 1,24) y nada puede quitársela a Pablo (2 Cor 6,10). Esperanza y alegría (Rom 12,12; Heb 12,2).

viernes, 16 de julio de 2010

AGUA.

I. El agua caracteriza el bautismo de Juan, por oposición al del Mesías, que bautiza con Espíritu Santo (Mc 1,8; Mt 3,11; Lc 3,16; Hch 1,5; 11,16; Jn 1,26.31.33). Alusión figurada al bautismo de Juan en Mc 14,13; Lc 22,10.

II. Tema del agua en Jn.

a) Aparece en la boda de Caná (2,1-11). Las tinajas de piedra, figura de la Ley (tablas de piedra), destinadas a contener agua para la purificación, están vacías (cf. 2,7): la antigua Ley no puede purificar.

Jesús hace llenar las tinajas de agua, indicando su voluntad de purificar (restablecer la relación con Dios); al convertir en vino solamente la muestra de agua que ofrecen al maestresala (2,9), quiere mostrar que su purificación es independiente de la Ley; su purificación no se dará desde fuera (agua que lava), sino desde el interior del hombre (vino que se bebe, el Espíritu).

b) El agua-Espíritu. Asumiendo el lenguaje de los profetas (cf. Is 32,15-18; Jl 3,1-2; Zac 12,10). Jn hace del agua el gran símbolo el Espíritu. La infusión de vida por el agua-Espíritu se compara a un nuevo nacimiento, que permite entrar en el reino de Dios (3,5); es principio de vida definitiva, en oposición a la "carne", que produce sólo una vida transitoria (3,6).

El agua-Espíritu sustituye a la Ley (2,6ss), como el manantial de Jesús (4,6.14) alpozo de Jacob, figura de la Ley (4,12). Agua viva que apaga la sed del hombre; factor personalizante, por convertirse en manantial interior que fecunda su ser (4,14).

En 7,37-39 el agua se identifica explícitamente con el Espíritu, que brota de Jesús nuevo santuario, traspasado en la cruz (19,34), momento de la manifestación de su gloria (7,39).

c) El agua del servicio. En la Cena, Jesús lava los pies de sus discípulos con agua que él mismo vierte del barreño (13,5). Pedro interpreta el lavado como una purificación ritual (13,9), pero Jesús corrige la idea (13,10). La acción de Jesús expresa su amor hasta el extremo (13,1.4) y la deja como ejemplo a los suyos (13,15). El lavado de los pies escenifica el mandamiento de Jesús (13,34s).

d) El agua de la piscina junto a la Puerta de las Ovejas representa la vana esperanza de curación (5,7); la agitación del agua figura las revueltas populares contra la institución, condenadas al fracaso.

El nombre Siloé (el Enviado), aplicado a la segunda piscina (9,7), alude a Is 8,6: "el agua de Siloé, que corre mansa"; se opone así a la de 5,7. El agua de la piscina del Enviado (Jesús) se identifica con el Espíritu.

III. En el Apocalipsis, "el agua de la vida" (21,6; 22,1.17) es también símbolo del Espíritu.

martes, 13 de julio de 2010

ABRAHÁN.

I. Mt comienza con Abrahán la genealogía de Jesús (1,1), según su teología de que la humanidad entera ha de formar el Israel mesiánico, en cumplimiento de la promesa de Dios (Gn 17,4s; 18,18; 21,17s). Una genealogía parecida, en Gál 3,6-9,14-18.29.

Para Juan Bautista, todo hombre puede ser hijo de Abrahán (Mt 3,9; Lc 3,8). Los patriarcas, presentes en el reino futuro (Mt 8,11; Lc 13,28). Abrahán, Isaac y Jacob, que viven, prueba de la resurrección presente (Mc 12,26 par.).

II. El Jn, el nombre Abrahán aparece solamente en la controversia de 8,33-58. Ser descendiente de Abrahán no asegura la condición de hombre libre, pues Abrahán tuvo un hijo esclavo (8,33s), ni, por tanto, el derecho a la promesa. Ser hijo de Abrahán significa proceder como él (8,37-40).

Los dirigentes afirman repetidamente que Abrahán ha muerto; con esta frase indica Jn que la absolutización de la Ley los ha llevado a olvidar la promesa, anterior a la Ley, que imprimía el dinamismo a todo el AT. Jesús alude a las promesas del descendiente (= el Mesías), que causó la alegría de Abrahán (8,56). En cuanto al Mesías, es anterior a Abrahán en el designio divino (8,58).

III. Abrahán, modelo de fe (Rom 4,1-16; Heb 11,8). La superioridad del sacerdocio de Jesús, probada por la fe de Melquisedec sobre Abrahán (Heb 7,1-9).